Investigadores confirman que han existido tsunamis en el Mediterráneo

26/05/2023

En 1755 tuvo lugar el Gran Terremoto de Lisboa, un seísmo que afectó a gran parte de la costa peninsular, en especial, a la costa atlántica andaluza. El terremoto fue seguido de un tsunami que con sus olas de hasta 10 metros arrasó las costas de Cádiz, llegando a afectar al archipiélago canario, una catástrofe que dejó más de 1.000 fallecidos a su paso. Si bien fenómenos como este parecen lejanos en el tiempo, en septiembre se cumplirán dos años de la erupción volcánica que tuvo lugar en la isla de La Palma, una catástrofe que conmocionó a todo el país y que recordó lo vulnerables que somos ante un fenómeno natural de estas características.

 

 

El estudio publicado en la revista Journal of Iberian Geology  llevado a cabo por Javier Lario, catedrático de Geodinámica Externa de la Facultad de Ciencias de la UNED, Chris Spencer (UWE Bristol) y Teresa Bardají (UAH) ha confirmado que en la costa mediterránea española también han tenido lugar tsunamis catastróficos, fenómenos que podrían repetirse en la actualidad. A partir de unos depósitos encontrados en el Cabo Cope, Murcia, los investigadores han registrado un evento, datado entre aproximadamente 800 y 1400 años, que provocó grandes acumulaciones de bloques en esta región de la costa murciana.

 

 

“Aplicamos la metodología que teníamos desarrollada para ver si podía deberse a grandes tormentas o a tsunamis, pues la zona de Murcia puede tener actividad tectónica de terremotos”, explica Javier Lario, “y hemos visto que podía ser resultado de un tsunami”. Si bien las olas de una gran tormenta pueden ser mayores que las de un maremoto, estas no tendrían la capacidad de arrastrar estos bloques hasta 4 metros sobre el nivel del mar, que alcanzan las 17,7 toneladas. Con su trabajo, Lario y sus compañeros intentan principalmente distinguir estos dos tipos fenómenos. “Es interesante diferenciarlo porque con el cambio climático se está viendo que va a haber un aumento de grandes tormentas e incluso huracanes, que tienen un registro geológico similar”, comenta el geólogo.

 

Por otro lado, buscan poner el foco en el riesgo que existe en el Mediterráneo occidental perteneciente a la costa española. “Es verdad que el registro geológico es muy local”, comenta Lario, “pero para que quede ese registro geológico ha tenido que ser algo más regional. De hecho, en la zona norte de Castellón hay compañeros que han encontrado depósitos del mismo tipo”. Aunque esta región del litoral difiere de otras zonas más orientales del mediterráneo más activas - como la zona de Italia, que tiene gran actividad volcánica, o Turquía -, existen fallas activas, sobre todo en el Mar de Alborán.

 

                               

 

“A través de los estudios lo que intentamos que se vea es que, aunque en periodo instrumental no se ha registrado tsunamis con alto riesgo en la zona, sí que existe registro geológico cercano que nos habla de que han ocurrido”, explica Javier Lario. Gracias a estos registros, se pueden establecer periodos de recurrencia que permitan alertar a las autoridades de posibles fenómenos similares al tsunami histórico de Lisboa que arrasó la costa andaluza. “Hablamos de que el 70% de la población está en las costas. Si afectase en verano la población flotante de las zonas de costa es mucho mayor que la de invierno. Claramente un tsunami ahora tendría un impacto muy grande”, comenta Javier Lario. “La población tiende a estar en las zonas más bajas asociadas a las riberas de los ríos o cercanas a las playas, que son más fáciles de urbanizar, además de afectar también la industria asociada”.

 

 

Ciudades como Huelva y Cádiz han empezado a crear planes de evacuación, pero Lario explica que sería necesario implementarlo en las zonas de costa del sur mediterráneo para educar a la población y crear conciencia. Pero la ausencia de un gran tsunami en la memoria histórica de esta región hace que su puesta en marcha sea más complicada. Asimismo, la erosión y degradación de la costa por la acción humana podría afectar en gran medida a la gravedad de un posible maremoto. “Los procesos de subida del nivel del mar o procesos erosivos de la playa y de la protección natural que tienen las costas hacen que sea más vulnerable en caso de que haya un tsunami. Si hemos perdido arena o zona de costa y el agua puede penetrar más en el interior, y cuando venga un tsunami, el efecto va a ser peor”, avisa el geólogo.

 

 

¿Estamos preparados para un tsunami?

En este sentido, desde el Ministerio de Interior en conjunto con el Instituto Geográfico Nacional y la Dirección General de Protección Civil han desarrollado un Plan Estatal de Maremotos. A través del análisis de la peligrosidad de los maremotos en las costas españolas, este plan supone un punto de partida para comunidades autónomas y localidades aprueben para implementar sus propios sus planes de actuación en los riesgos de inundación por tsunami que podrían producirse dentro de sus territorios. Este pone en conocimiento a la sociedad de los datos extraídos de investigaciones como la realizada por el geólogo Javier Lario y además facilita la difusión de un conocimiento de interés general, como lo son las causas y consecuencias de eventos de este tipo.

 

 

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Ángela Blázquez

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