Ni pocas, ni malas

06/27/2024

“Las mujeres artistas a lo largo de la Historia del Arte no han sido, como se ha afirmado hasta hace apenas unas décadas, ni pocas, ni malas”, defiende Amparo Serrano de Haro Soriano, profesora de Historia del Arte de la UNED e investigadora principal del grupo PEMS20 (Pintoras Españolas Mujeres del Siglo XX), asociado al Centro de Estudios de Género de la UNED. La profesora Serrano de Haro se ha dedicado, desde el año 2000 y mediante su curso de Doctorado, dirección de Tesis, conferencias y la publicación de artículos y libros, a visibilizar a esas mujeres artistas que a lo largo de la Historia han sido silenciadas u ocultadas tras figuras masculinas. "Pero no se trata solo de hablar de ellas, sino también de eliminar esa visión victimista de la mujer artista, que no hace sino perpetuar el estereotipo, y a tratar de entender las estructuras patriarcales en las que vivían para subrayar las inteligentes estrategias y los apoyos que encontraban -femeninos, aunque también a veces masculinos- para, a pesar de los obstáculos, lograr desarrollarse como artistas”. Junto a ella trabaja África Cabanillas Casafranca, cuya tesis dirigió y que obtuvo el Premio Elisa Pérez Vera que concede la UNED a los estudios de Género más relevantes en 2018. Fruto de este trabajo conjunto es la obra Creación, vida e historia: El legado de las mujeres artistas, primer manual universitario que relaciona Arte y Mujer desde la Prehistoria hasta el siglo XX y que será presentado el próximo 2 de julio.

 

Amparo Serrano de Haro y África Cabanillas, junto al cuadro 'Autorretrato vacilando entre las Artes de la Música y la Pintura', de Angelica Kauffman

 

Sofonisba Anguissola, 'La dama del armiño', h. 1591

“En el ámbito académico (docente y museístico)”, continúa Serrano de Haro, “se ha defendido hasta los años 70 del siglo pasado que las mujeres artistas que ha habido a lo largo de la Historia eran poco significativas en número y que la calidad de sus obras era menor; sin embargo, en cuanto se unieron las mujeres investigadoras de todo el mundo con el propósito de abordar este tema, se vivió una auténtica revolución que disparó las cifras de una forma abrumadora. Por ejemplo, se ha pasado de tener registradas 25 mujeres pintoras del Barroco a más de 500”. “En cuanto a la calidad de sus obras”, añade Cabanillas, “la cuestión principal es que hay una gran reticencia a reconocer que obras asignadas a hombres en realidad pertenecen a mujeres artistas, pues inmediatamente pierden valor; esta cuestión es especialmente llamativa en casos como el de Sofonisba Anguissola, una de cuyas obras está asignada a El Greco. De esta forma se adjudica el valor de obras femeninas a autores masculinos”. Otro ejemplo en esta línea sería el de Artemisia Gentileschi, que tiene obras atribuidas a Ribera o a su padre, que también era pintor.

 

Para visualizar mejor estos casos, las autoras han incluido en su obra una página en la que se comparan a simple vista obras de Marie Blanchard y Juan Gris y de Vanessa Bell y su pareja, Duncan Grant. “De esta forma se comprueba a golpe de vista no solo que las obras podrían ser de la misma persona, sino que demostramos que, pese a que la calidad es equiparable, tan solo se ha reconocido el talento de ellos”.

 

María Blanchard, 'Composición cubista', 1916-1919

Juan Gris, 'Periódico, vaso y pera', 1917

 

La ‘madre’ del arte abstracto

Los ejemplos de mujeres artistas silenciadas históricamente, son múltiples. Su visualización podría, incluso, cambiar algunas de las teorías más asentadas en el mundo del Arte hasta la fecha. “Durante mucho tiempo”, explica Serrano de Harno, “se ha afirmado que Kandinski es el padre del arte abstracto; sin embargo, existe una artista sueca llamada Hilma Af Klint que fue la primera pintora en hacer obras abstractas, todas ellas de un tamaño descomunal. A Hilma, como era mujer, le daba miedo que la tomaran por loca, por lo que las escondió en un granero y se las dejó a sus herederos pidiéndoles que esperaran 20 años para abrirlo. Pasado ese tiempo, su sobrino llevó a un experto y el descubrimiento de las obras, que tuvo lugar en la década de los 80 del siglo pasado, supuso una verdadera conmoción en el mundo del Arte”. La profesora añade que, en este caso, al propio hallazgo se sumó “la estupefacción ante el hecho de que una mujer pudiera realizar arte abstracto, pues se consideraba que solo el cerebro masculino podía realizar tales tareas intelectuales y creativas. La mujer no podía inventarse la realidad, solo podía copiarla”.

 

Redes de apoyo

Aunque existen casos en los que las mujeres artistas encontraron apoyo entre los hombres, lo habitual es que sucediera al contrario. Es el caso de la pintora impresionista Marie Braquemonde, “casada con un famoso grabador que le prohibió pintar porque le provocaba celos que una mujer tuviera tanto éxito”, señalan las investigadoras. De ahí el empeño del grupo PEMS20 en poner en valor esas redes de apoyo femeninas y esas estrategias inteligentes desarrolladas por las mujeres para poder realizarse como artistas en un mundo que solo les ponía obstáculos. “No podemos quedarnos en versiones simplistas que ofrecen una visión victimista de la mujer, pues muchas de ellas consiguieron ser famosas mediante posicionamientos y estrategias muy inteligentes”, concluye Serrano de Haro. Así, “la visión de mujeres aisladas y alejadas de la sociedad choca con las realidades de algunas de ellas, que pertenecían a familias de artistas con contactos y apoyos de los que se beneficiaban para desarrollar su talento”, añade Cabanillas.

 

Hilma af Klint, 'Los diez mayores. Grupo IV, Nº 3. Juventud (Las pinturas para el templo)', 1907

Marie Braquemond, 'Tres mujeres', 1880

Artemisia Gentileschi, 'Autorretrato como alegoría de la Pintura', h. 1638-1639

 

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