¿Es el ser humano el único animal que piensa?

25/04/2023


El ser humano se ha considerado a lo largo de la historia como una especie aparte del resto del reino animal. Nos hemos definido a menudo de manera excluyente: el único animal que ríe, el único animal racional, el único animal que usa herramientas… No obstante, en las últimas décadas, de la mano de la revolución cognitivista en Psicología, se ha venido acumulando una creciente cantidad de evidencia que pone en cuestión estos antiguos presupuestos. La Philosophy of Animal Minds and Behavior Association, cuya conferencia inaugural acoge la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la UNED los días 26, 27 y 28 de abril, nace con la intención de reivindicar la disciplina de la Filosofía de la mente animal. La conferencia, que acoge a investigadores de todo el mundo, se concibe como un foro de intercambio de ideas que permita seguir avanzando en el desarrollo de esta disciplina con gran proyección de futuro.

 

 


Susana Monsó, profesora de Lógica, Historia y Filosofía de la Ciencia
: "La imagen de los animales como seres guiados por un instinto ciego no se sostiene"

 

Frente a las ideas excluyentes mencionadas, ahora sabemos, por ejemplo, que muchos animales ríen. Es el caso de las ratas, quienes emiten unos sonidos ultrasónicos equivalentes a nuestra risa cuando se les hace cosquillas. Algunos animales incluso van más allá, exhibiendo signos de un rudimentario sentido del humor. Un ejemplo de esto son los grandes simios, quienes disfrutan con juegos que recuerdan mucho a los de los niños humanos, como ofrecerle un objeto a alguien para retirarlo en el último segundo e impedir que el otro lo coja. 

 

También tenemos cada vez más indicios de una racionalidad en el resto de especies. La imagen de los animales como seres guiados por un instinto ciego no se sostiene si uno mira lo que nos dice la ciencia. Una muestra de esto viene del hecho de que muchos animales, a la hora de actuar, son capaces de tener en cuenta sus propias circunstancias epistémicas (es decir, el conocimiento que poseen) así como las de otros. Por ejemplo, los chimpancés salvajes son más propensos a dar señales de alarma en presencia de una serpiente si otros del grupo aún no la han visto; las charas californianas (una especie de ave) cambian de sitio la comida que han almacenado en función de si había otra chara —es decir, una posible ladrona— en las inmediaciones cuando la almacenaron; los cerdos pueden utilizar espejos para encontrar comida escondida; los macacos rhesus son capaces de determinar si recuerdan o no una información relevante para un test, y utilizar esa reflexión para decidir continuar o desistir.

 

Tampoco somos, ni de lejos, el único animal que utiliza herramientas. Este mito, que había persistido a lo largo de los siglos, fue refutado por Jane Goodall en los años 60 del siglo pasado, cuando vio a los chimpancés de Gombe pescando termitas con briznas de hierba. Su mentor, Louis Leakey, al enterarse de este descubrimiento, sentenció: “Ahora debemos redefinir las herramientas, redefinir al hombre, o aceptar a los chimpancés como humanos”. Hoy en día sabemos que esto no se restringe a los chimpancés, sino que el uso de herramientas está extendidísimo en el reino animal. Por ejemplo, los delfines usan esponjas para protegerse la punta del hocico cuando escarban en el fondo marino. También se ha visto a pulpos usando dos mitades de coco a modo de caparazón. Incluso las hormigas, unos seres en apariencia simples, muestran un uso flexible de herramientas. En un experimento reciente demostraron que una especie de hormiga puede utilizar herramientas, como trozos de hoja, para recoger líquidos y llevarlos de vuelta al nido, y que incluso son capaces de desarrollar una preferencia por materiales, como las esponjas, que no están en su entorno natural pero tienen mejor capacidad de absorción.

 


El avance vertiginoso que está viviendo la Psicología animal apunta a la necesidad de una reflexión filosófica que acompañe a la ciencia. Aunque entre los científicos a menudo persiste una visión de la ciencia como algo que otorga un conocimiento “objetivo”, frente a la filosofía, que sería de carácter más “subjetivo”, lo cierto es que es imposible hacer ciencia sin hacer filosofía. Hay presupuestos filosóficos operando en todas las fases de la Psicología animal: desde cómo se definen los términos, qué preguntas se formulan y qué especies se estudian, hasta cómo se diseñan los experimentos y cómo se analizan los resultados.

 

La Philosophy of Animal Minds and Behavior Association, cuya conferencia inaugural acoge la UNED los días 26, 27 y 28 de abril de 2023, nace con la intención de reivindicar la disciplina de la Filosofía de la mente animal. Frente a la Psicología, la Filosofía de la mente animal no se involucra directamente en la recopilación de datos empíricos, sino que trata más bien de influir en cómo se realiza la ciencia y en cómo se interpretan los resultados. Por ejemplo, en el diseño de los experimentos pueden interferir sesgos que determinen de antemano los resultados que vamos a obtener. Así, algunos filósofos han identificado sesgos de carácter antropocéntrico o etnocéntrico que de alguna manera afectan a la calidad de la investigación e impiden el estudio fiable de las capacidades de los animales. Asimismo, los resultados de un experimento no nos dicen nada sin una interpretación, y el filósofo, como experto en análisis conceptual, puede contribuir a esta tarea, ofreciendo por ejemplo argumentos a favor o en contra de considerar que un determinado experimento realmente demuestra que los animales poseen tal o cual capacidad.

 

El futuro de la ciencia es sin duda interdisciplinar, y la Filosofía de la mente animal entronca con esta tendencia al estar en un diálogo constante con los estudios que se realizan en Psicología comparada y Etología.

 

 

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